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CARNAVAL 2021
Nos hubiera gustado celebrar el Carnaval este año como lo hemos venido haciendo desde hace ya muchos años, es decir, con alegría, con disfraces, con música, con amigos, con ganas de correr el bollo y de festejarlo todo, en fin, con espíritu motano.
Aunque por las circunstancias actuales no hayamos podido, vamos a echar mano de la memoria para pasar de esta forma un rato agradable, porque no en vano alimentamos nuestro presente con el recuerdo de nuestro pasado.
Por eso os ofrecemos imágenes y canciones de otros años que se hicieron populares cuando los días del Carnaval eran los festivos más importantes de la Mota.
¡¡¡Nos ponemos en marcha para revivir esos recuerdos, que los disfrutéis!!!
La primera imagen es de 1898, están disfrazadas de Campesinas Bretonas Amparo y Gloria Montero. En la siguiente de 1909, las mujeres llevan el atuendo más frecuente en el carnaval antiguo: traje de castellana con mantón de Manila.
El Norte de Castilla recogía el día 22 de enero de 1956, en una sección titulada “Ancha es Castilla”, esta entrevista a la Sra Felipa, a la que conocimos como “la Chapireta”.
La fama del licor-café y el «secreto» de doña Felipa
La villa motana se dispone a vivir, dentro de unas semanas, unas jornadas de fiesta y alegría. Son las antiguas fiestas del Camaval, ahora convertidas en «Días de los quintos*. Las guapas—y las menos feas—están ya sacando de los arcones ropas que huelen a naftalina y que únicamente ven la luz del día en contadas solemnidades. Porque durante las fiestas, todas las muchachas lucirán sus trajes típicos de mozas castellanas, algunos, según nos informan, verdaderas joyas de arte. Mantillas, faldas, corpiños y mantones de Manila auténticos nos han sido monstrados con la misma delectación de quien muestra un tesoro. Y, junto al ropaje externo, las golosinas y bebidas que alimentarán al cuerpo. Porque en Mota del Marqués se hacen pastas, muchos kilos de pastas, y, sobre todo, un maravilloso licor de café, que tiene justa fama y que es una lástima que no se fabrique para la exportación. Casi todas las mujeres de la villa saben hacer el preciado licor, pero aquí como en tantas otras obras de artesanía, no es tan fácil saber hacer una cosa, corno saberle dar «el punto». Y en esto de hacer buen licor, parece ser que una de las que mayor fama tiene en Mota del Marqués es Doña Felipa Calvo Casal, bondadosa y simpática, con sesenta y cinco años muy bien disimulados y unos conocimientos prácticos acerca de la cocina motana, que son causa de encendidos elogios por parte de sus invitados. Esta señora, pues, tiene el secreto.
—No lo crea usted... El licor de café no tiene ningún secreto, porque lo hacen todos en el pueblo.
-- Si. pero como usted, nadie. Lo sabemos muy bien.
Doña Felipa se ruboriza y no sabe qué responder. Este es el momento propicio.
—¿Por qué no nos dice la fórmula?
—¡Pero si yo lo hago todo a bulto!...
—Vamos, que ya será un poquito menos, doña Felipa.
—Lo puede usted creer. Y para que vea que no tengo intención en engañarle, se lo voy a decir.
—Pongamos que se trata de hacer un litro de ese delicioso licor. ¿Ingredientes?
—Alcohol de vino, agua, café y azúcar.
--Ya lo tenemos sobre la mesa.
—Pues se toma un litro d« alcohol de vino y le rebaja lo suficiente y a gusto de quien lo haya de tomar. Luego se toma un cuarto y la mitad de café y un paquete de achicoria. Se añade el azúcar que haga falta, aligo más de un kilo.
—Oiga, ¿el café hay que ponerlo ya hecho, o molido solamente.
—Hay quien lo hace así, pero yo lo pongo molido. Después se deja en fusión.
—Un momento, que aquí puede estar el secreto: ¿Cuántos días se deja en fusión?
—Eso depende de las costumbres. Yo no lo dejo más de ocho o diez días. Luego, se filtra.
—¡Ah!, se filtra... A buen seguro que empleará algún filtro legendario, de aquellos de la Edad Media...
—¡Por Dios! Nada de eso, porque todo es mucho más fácil. Se filtra, se cuela, con un colador cualquiera. Puede hacerse con una manga de tela o también poniendo sobre el embudo algodón en rama.
--No queremos insistir, pero mire usted que si la manga en cuestión tuviera alguna propiedad extraña...
Doña Felipa ríe ante nuestra intención y se empeña en convencernos de que nos ha dicho la verdad escueta. Luego nos dice que quien también lo fabrica muy bien es don Abel Montero Cirajas, pero se lamenta de que nadie en el pueblo tiene todavía licor hecho para que lo pudiéramos probar.
—¿Por qué no se deciden a fabricarlo en gran escala y a exportarlo?
—Créame que ya me han hecho varias propuestas, pero yo no hago más que para el gasto de casa.
—¿A cuánto costaría el litro?
—Hecho como Dios manda, a treinta pesetas el litro. Menos, de ningún modo.
Nuestra interlocutora nos habla del esplendor de las fiestas que se acercan, y que durarán una semana, desde el domingo «gordo» a domingo de «piñata».
—¿Cuál es el más sobresaliente de estas fiestas?
—Lo que hacen los mozos. Van de casa en casa hay que darles de comer o de beber, según a la hora que lleguen.
—¿Qué epecialidades son las más típicas?
—Los bollos de hoja, hechos con manteca, huevo, azúcar y harina; pero son muy difíciles de hacer. También son famosos los bollos de envuelta, de aceite, las rosquillas, flores, orejas y pastas floras. Se gasta mucho dinero estos días en Mota del Marqués...
Y resulta que después de excitar nuestro estómago con tan exquisitos recetarios, no pudimos probar de nada, porque aún no han empezado a hacer las hornadas. Pero prometimos volver.
Durante esos días de fiesta, las murgas pasaban el día en la calle cantando y bailando, algunas venían de fuera. Esta foto de 1928 recoge a la de Tordesillas, los chicos disfrazados de arlequín y las chicas con peineta y mantón.
Eran siete días de fiesta y bullicio en las calles, los motanos tenemos fama de ser un pueblo muy festero, vamos “que si se fuera a caer la casa, difícilmente nos pillaría dentro”.
Por la calle andaban Perreros y Birrias, figuras tradicionales hoy perdidas del Carnaval de la Mota, de aspecto cómico y caricaturesco. Dejaron de salir hacia los años 40 – 50 del siglo pasado. Según los que los recuerdan, fueron ‘Perreros’ el Sr. Lucio, padre de Rosarito Rodríguez y el Sr. Paulino; ya de los últimos, Alfredo, hijo de la Señora Margarita, la que tuvo el estanco.
Desde el domingo ‘gordo’, eran los protagonistas de los tres días de la fiesta. Como la mayor parte de la gente se disfrazaba, ‘cucaban’ y provocaban al Perrero para que les corriera al son de: ‘Perrero, Perrero, que no me conoces’. De esa época no conservamos imágenes.
El Perrero vestía con pieles de animales, máscara, esquilas y una larga vara de mimbre para pegar. Los Birrias llevaban costales antiguos de lino, pieles, máscaras y sombreros. Esta tradición se mantiene en la actualidad vigente en muchos pueblos de nuestra comunidad con el nombre de ‘antruejo’, ‘guirrio’, ‘jurrio’ o ‘zangarrón’. Don Leonardo Guerra recogió el personaje del Perrero en su revista cómica “Las Fiestas de Valdemota” de 1898.
Yo soy el Carnaval
el célebre Perrero
que fama a Valdemota
por todas partes dio.
Yo al son de mis esquilas
me paso el día entero
corriendo por las calles,
y esa es mi diversión.
Si pesco algún incauto,
le doy una somanta
y quiera que no quiera
tiene que convidar.
Si pego fuerte y duele,
qodo el mu ndo se aguanta,
yo soy el que esto anima
durante el carnaval.
Los mozos principalmente iban a “Correr el bollo” por las casas, donde nunca podían faltar los dulces y la copica de nuestro riquísimo y tan bien ponderado siempre Licor Café:
Beberemos, beberemos
una copa si nos dan.
Beberemos, beberemos,
que estamos en Carnaval.
Desde que en 2012 representamos la adaptación de “las Fiestas de Valdemota”, hemos recuperdo esta tradición de ‘correr el bollo’ y no faltamos a la cita el Domingo gordo y el martes de carnaval por la tarde. Ambos días nos disfrazamos de acuerdo a una temática distinta. Este año pasado 2020, como se cumplía el centenario del Casino, todos fuimos disfrazados de los años 20.
El Lunes de Carnaval era costumbre por la mañana “Correr cintas y gallos” a caballo por la calle la Lancha, después había baile en la plaza. Las fotos siguientes son de Sixto en 1950 y Jacinto en 1960.
También hemos recuperado dese hace tres años con los más pequeños esta tradición de correr las cintas, lo hacen en bicicleta el martes de carnaval por la mañana, porque sigue siendo fiesta local y no tienen colegio.
El bullicio y la alegría de las charangas y las murgas eran constantes, todos los años sacaban coplas nuevas relacionadas con sucesos acaecidos en el pueblo y en otros limítrofes. Las letras eran originales, mientras que las músicas se tomaban de canciones de moda de la época o de zarzuelas muy conocidas. Famosa por los años treinta y tantos fue la murga del Señor Emilio el confitero y otros ocho más:
… Hoy salimos de casa en compañía
de los tres “más honrados” que habrá hoy en día:
herrero y sastre y zapatero,
tres pollinos distintos del mismo pelo…
Los quintos de cada año tenían sus propias canciones, como ejemplo los Quintos del 32 sacaron una con la música del tango “A media luz” y otra con música de marcha, cuyo final decía:
… También os decimos, mocitas de Mota, De la guerra vengo herido,
que os encontremos con buena salud, vengo a curar mis dolores,
y cuando volvamos de nuestras campañas, cúrame tú, motanica,
alegres, cantando, diremos así: que vengo herido de amores.
Eran tan famosos nuestros carnavales, que en 1934 la murga de los tordesillanos trajo una canción sobre el hundimiento del puente romano sobre el Duero con música del coro de las Lagarteranas:
Puente de Tordesillas, hermosa joya de antigüedad,
te has venido a hundir, próximas pascuas de Navidad...
… Vente, niña, al Palacio, verás el río cómo ha crecido,
acércate a la verja, verás el ojo del puente hundido…
…Ese día que el puente se hundió, a unos hombres oímos decir:
los romanos hicieron el puente, tan hermoso y fuerte y se ha venido a hundir…
Puente de Tordesillas, lo han reparado con sus obreros,
dirigieron las obras con gran acierto los ingenieros.
Y hablando de desbordamientos, el 30 de julio de 1935 se produjo la “avenida” de la Daruela, pequeño arroyo de la localidad. En el carnaval de 1936, una murga motana con música del tango “Silencio en la noche” hizo referencia al triste acontecimiento con letra de Leopoldo Bueno:
Gritos en la tarde, pánico en el pueblo,
lloran los vecinos con gran desconsuelo.
Ven que la corriente con su fuerza inmensa,
Arrastra las casas y lleva cosechas,
dejando a unos cuantos en plena miseria.
…Yendo por la Vega se ven cosas raras:
máquinas y trillos, mieses encharcadas
Si hoy día el gobierno no tiende su mano,
se verá perdido el pueblo motano.
¡Clemencia pedimos, clemencia imploramos!
Hasta la década de los 60 del pasado siglo, las murgas hacían referencia en sus letras a la actividad económica e industrial de la zona, la más importante en ese momento, además de la agricultura, era la de los curtidos y con la música de la zarzuela “La del soto del parral” salió ésta:
De Medina a Benavente
Línea férrea nos van a instalar,
Hoy la Mota, Tiedra y Casasola
Sí se lo merecen, por ser industrial:
La Mota comercia en pieles,
Tiedra, comestibles Moretón,
Casasola en aventadoras,
para luego, bien, limpiar el labrador…
De la importancia de la industria de curtidos, en la revista “Las fiestas de Valdemota” también da buena cuenta, esta vez con música de “Los Trasnochadores”:
Somos los curtidores
de las badanas,
venimos todos juntos
hoy de jarana.
Murmuran de nosotros
los labradores,
pero no hacemos caso,
no hacemos caso
de esos rumores.
Nosotros somos unos muchachos
alegres, listos y decidores
y recorremos todo el lugar
por la noche cantando con alegría
como si fuera un día de Carnaval…
Para finalizar con las canciones, todos los motanos conocen una dedicada a una mujer del vecino pueblo de Vega de Valdetronco: la Señora Fernanda, apodada “La Fandanga”, que allá por los años 50 venía con un carrito a vender golosinas los días de fiesta y que debía de tener un ‘carácter un poco peculiar y difícil’:
La “Fandanga” la de Vega,
la que vende cacahuetes,
por ordeñar a la burra
nos quiso matar el jueves.
Esa tia Fandanga nos salió al camino,
debajo del brazo llevaba el hocino.
Saturnino, Saturnino,
malos demonios te lleven
que has “quedado” a Clementina
preñada como una liebre.
Esa tía Fandanga nos salió al camino,
debajo la saya llevaba el hocino…
El martes de Carnaval era el día grande, sobre todo por los bailes que se celebraban. Después de la algarabía mañanera, al llegar la tarde se arreglaban con las mejores galas y los disfraces más originales y elaborados, para acudir a los dos salones de baile -el de Menoyo y el del Sr. Marcial- o al Casino, aunque algunos no lograban recomponer su figura por los excesos de los días anteriores, así lo recogen estos versos del carnaval de 1928:
El Martes de Carnaval
“Boca grande” se perdió
y en la Calleja los Puercos
“Chiviricoy” lo encontró…
Esta foto tan curiosa es el carnet de baile de una señorita, en él apuntaba el nombre del caballero que le había pedido bailar el vals, el rigodón o cualquier otro tipo de música de la época.
En el miércoles de ceniza se alcanzaba la mitad de los días de celebración carnavalera, era un día más relajado en lo que a bullicio se refiere. Por la mañana los chicos subían por la calle de la villa al encuentro del Sr Ignacio que bajaba con un palo y una cuerda de la que colgaba un higo. Con la cantinela de “Al higuín, al higuín, con la mano no, con la boca sí” intentaban morder el higo, que muchas veces tenía dentro metida una guindilla.
También con música del coro de las Lagarteranas, se cantaba esta canción:
Miércoles de ceniza,
últimas pascuas de carnaval,
subimos al Castillo
por la ladera sin tropezar,
bajamos del castillo
por la ladera, todo a cuarteo,
no nos ocurrió nada
porque Gaspar es buen carretero,
Muchas gracias, Sr Nicolás,
ahí tiene usted el carro
“pa” otro carnaval,
cueza bien el pan.
Al día siguiente, jueves, se celebraba el baile infantil –actualmente se hace el martes por la tarde-. Antes iban arregladas las niñas casi siempre con ropas castellanas, algunas veces con otros disfraces:
Del carnaval infantil son estas imágenes de 1933, 1952, 1954, 1958, 1961, 1981 y 1985 en este orden sucesivamente.
El último día de fiesta es el Domingo de Piñata. Para el baile de la noche, se arma la piñata con tantas cintas colgando como parejas elegantes se hayan inscrito para bailarla. Siempre se ha hecho en el Casino, al principio este baile estaba restringido a los socios, en la actualidad se celebra la noche del sábado al domingo y asisten todos los que lo desean, bailen la Piñata o no. Cada cinta lleva una sorpresa o un premio más o menos importante. El año pasado, como celebrábamos el centenario, se engalanó de forma especial.
Hasta aquí la historia de nuestro carnaval. Esperamos que os haya gustado. Y os recordamos que, si tenéis fotos relacionadas con la vida en la Mota, nos las hagáis llegar para seguir aumentando nuestro archivo fotográfico, que ya cuenta con una cantidad considerable de imágenes.